Antonio Esteban Aguero
Digo el llamado Y después en caballos redomonesque urticaba la prisa de la espuela galoparon los Chasquis por las callesde la ciudad donde Dupuy gobierna,conduciendo papeles que decían:"el General de San Martín esperaque acudan los puntanos al llamadode Libertad que les envía América"Y firmaba Dupuy, sencillamente,con la mano civil y la modestiade quien era varón republicanohasta el cogollo de la misma médula.
Y, los Chasquis partieron, con el ponchocomo un ala flotando en la carrera,hacia todos los rumbos provincialespor los caminos de herradura o huella,ignorantes del sol y la fatiga,sin pensar en la noche o la tormenta;llegaron hasta el Morro por la tarde,y por el alba cabalgaron Renca,y entregaron mensajes en La Toma ,en La Carolina y La Estanzuela ,en las villas de Merlo y Piedra Blanca,en el Paso del Rey y Cortaderas,en Nogolí también y San Francisco,en cada población y en cada aldea,y en estancias y oscuras pulperíasy en velorios, bautizos y cuadreras,dondequiera paisanos se juntaranen solidaria diversión o pena.
Y los hombres dejaban el arado,o soltaban azada o podaderas,o la hoz que segaba los trigales,o la taba o el truco en la taberna,o el amor de las jóvenes esposas,o la estancia feudal, o la tapera,o el cedazo que el oro recogíacuando lavaban misteriosa arena,o el telar, o los muros comenzados,o el rodeo de toros en la yerra,para ir hasta el valle de las Chacrasdonde oficiales anotaban levas. Y hasta había mujeres que llegaban,con vestidos de pardas estameñas,al umbral de Dupuy para decirle:"Vuesa Merced conoce mi pobreza,yo no tengo rebaños ni vacadas,ni un anillo de bodas, ni siquierauna mula de silla, pero tengoeste muchacho cuya barba empieza."
De Mendoza llegaban los mensajesbreves, de dura y militar urgencia:"Necesito las mulas prometidas;necesito mil yardas de bayeta;necesito caballos; más caballos;necesito los ponchos y las suelas;necesito cebollas y limonespara la puna de la Cordillera ;necesito las joyas de las damas;necesito más carros y carretas;necesito campanas para el broncede los clarines; necesito vendas;necesito el sudor y la fatiga;necesito hasta el hierro de las rejasque clausuran canceles y ventanaspara el acero de las bayonetas;necesito los cuernos para chifles;necesito maromas y cadenaspara alzar los cañones en los pasosdonde la nieve es una flor eterna;necesito las lágrimas y el hambrepara más gloria de la Madre América.. ."
Y San Luis obediente respondíaahorrando en la sed y la miseria;río oscuro de hombres que subía;oscuro río, humanidad morenaque empujaban profundas intuicioneshacia quién sabe qué remota meta,entretanto el galope levantaba remolinos y nubes polvorientassobre el anca del último caballoy el crujido final de las carretas.
Y quedaron chiquillos y mujeres,sólo mujeres con las caras seriasy las manos sin hombres, esperando...en San Luis del Venado y de las Sierras.
Capitán de los pájaros
Yo, Antonio Esteban Agüero,
capitán de pájaros,
general de livianas mariposas,
estoy en Buenos Aires,
la capital del Plata,
para ser presidente
y organizar la Patria.
Detrás he dejado
los pueblos que me siguen,
ejército de alondras,
la división blindada de los cóndores,
las águilas que saben del sabor de la piedra,
calandrias,
chalchaleros,
chiriguas mañaneras,
los secretos lechuzos que me pasan
la información del día y de la noche.
Tengo un millón de caballos
¿Escucháis su relincho?
Que rodean la urbe por sus cuatro costados,
sus jinetes son muertos de Facundo,
son muertos de Ramírez,
montoneros del Chacho
sableadores de Pringles,
domadores,
remeseros,
rastreadores,
guitarreros,
espectrales jinetes que cabalgan
mi millón de caballos.
Les ruego que se rindan
que depongan las armas,
que guarden los tanques,
y encierren los cañones,
porque mañana a mediodía
quiero estar en la Plaza de Mayo
sobre viejos balcones del Cabildo
para ser presidente y
prestar juramento:
por los ríos de sangre derramada,
por los indios y los blancos muertos
por el sol y la luna,
por la tierra y el cielo,
por el padre Aconcagua,
y por el Mar oceánico,
y por todas las hierbas y los bosques,
y por todas las flores y los pájaros,
y por el hambre de los niños pobres,
y la tristeza de los niños ricos,
y el dolor de las jóvenes paridas,
y la agonía de los viejos .....
Juro,
yo juro.
hacer de este país la Patria.
Ordeno que se rindan
porque mañana a mediodía
entraré en Buenos Aires.
Tengo un millón de caballos
¿Escucháis su relincho?
Nadie podrá atajarme.
Capitán de los pájaros
Yo, Antonio Esteban Agüero,
capitán de pájaros,
general de livianas mariposas,
estoy en Buenos Aires,
la capital del Plata,
para ser presidente
y organizar
Detrás
los pueblos que me siguen,
ejército de alondras,
la división blindada de los cóndores,
las águilas que saben del sabor de la piedra,
calandrias,
chalchaleros,
chiriguas mañaneras,
los secretos lechuzos que me pasan
la información del día y de la noche.
Tengo un millón de caballos
¿Escucháis su relincho?
Que rodean la urbe por sus cuatro costados,
sus jinetes son muertos de Facundo,
son muertos de Ramírez,
montoneros del Chacho
sableadores de Pringles,
domadores,
remeseros,
rastreadores,
guitarreros,
espectrales jinetes que cabalgan
mi millón de caballos.
Les ruego que se rindan
que depongan las armas,
que guarden los tanques,
y encierren los cañones,
porque mañana a mediodía
quiero estar en
sobre viejos balcones del Cabildo
para ser presidente y
prestar juramento:
por los ríos de sangre derramada,
por los indios y los blancos muertos
por el sol y la luna,
por la tierra y el cielo,
por el padre Aconcagua,
y por el Mar oceánico,
y por todas las hierbas y los bosques,
y por todas las flores y los pájaros,
y por el hambre de los niños pobres,
y la tristeza de los niños ricos,
y el dolor de las jóvenes paridas,
y la agonía de los viejos .....
Juro,
yo juro.
hacer de este país
Ordeno
porque mañana a mediodía
entraré en Buenos Aires.
Tengo un millón de caballos
¿Escucháis su relincho?
Nadie podrá atajarme.
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